La Misa fue presidida por el padre Pablo Siarra, en el salón de la Escuela 113, quien con sus palabras llenas de devoción y esperanza, guió a los presentes en una profunda reflexión sobre la figura de San José y su importancia en la fe cristiana.
Previamente a la eucaristía, se llevó a cabo la procesión en la que los fieles tuvieron la oportunidad de caminar junto a la imagen de San José, representando un acto de devoción y agradecimiento por su ejemplo de obediencia y paternidad.
En el recorrido matutino, que inició a las 9:15, la procesión se desarrolló por la avenida Malarín, debido al barro que dejaron las recientes lluvias, no se pudo adentrar por las calles del barrio. En tanto, por la tarde, se realizaba una nueva procesión y misa.
Además de las actividades religiosas, la comunidad también disfruta de una feria de platos dulces y salados, organizada con el objetivo de recaudar fondos para fortalecer la comunidad educativa y contribuir al crecimiento de la escuela. 
San José, reconocido como el padre adoptivo de Jesús y esposo de la Virgen María, es una figura central en la historia del cristianismo. Aunque los detalles precisos de su vida son escasos, su papel como custodio y protector de la Sagrada Familia ha dejado un legado duradero.
Según la tradición cristiana, San José nació en Belén, en la antigua región de Judea, alrededor del siglo I a.C. Pertenecía a la estirpe del rey David y era descendiente de la tribu de Judá. Se le describe como un hombre humilde y justo, conocido por su honestidad y bondad.
Según los relatos bíblicos, José estaba comprometido con María cuando descubrió que ella estaba esperando un hijo por obra del Espíritu Santo. Inicialmente desconcertado, José recibió un mensaje divino en el que se le aseguraba que María concebía por voluntad de Dios y que debía aceptarla como su esposa. Obedeciendo la voluntad divina, José tomó a María como esposa y se convirtió en el padre adoptivo de Jesús.
San José desempeñó un papel fundamental en la protección y crianza de Jesús. Según los evangelios, guiado por mensajes divinos y sueños, José llevó a la familia a Egipto para escapar del peligro que representaba el rey Herodes, quien buscaba matar al niño Jesús. Después de la muerte de Herodes, José llevó a su familia de regreso a Nazaret, donde Jesús creció y se desarrolló bajo su cuidado amoroso.
Aunque los evangelios no proporcionan muchos detalles sobre la vida de José, se le atribuye haber enseñado a Jesús el oficio de la carpintería, transmitiéndole habilidades y valores importantes. Además, José fue un padre amoroso y protector, desempeñando un papel crucial en la formación y educación de Jesús durante su infancia y adolescencia.
San José es venerado en la tradición cristiana como un modelo de virtudes, entre las que se incluyen la humildad, la obediencia, la fe y la paternidad responsable. Su ejemplo de obediencia a la voluntad divina y su dedicación a su familia lo convierten en un intercesor y protector para numerosos creyentes, quienes acuden a él en busca de su guía y ayuda.
La devoción a San José ha crecido a lo largo de los siglos, y es considerado como el patrón de la Iglesia universal, de los trabajadores, de los padres de familia y de los moribundos. Su festividad se celebra el 19 de marzo, en el Día de San José, y es ocasión para honrar su memoria y agradecer su ejemplo de vida virtuosa y entrega incondicional.